LA ORACIÓN Y LA GUERRA ESPIRITUAL | lunes 21 de octubre 2024

Ustedes deben orar así: […] líbranos del maligno

Hebreos 4:12

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 31:1–26, Tito 3:1–11)

LA ORACIÓN Y LA GUERRA ESPIRITUAL

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Santiago enseña: «Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.» Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen.» (Santiago 1:13–14). Aunque existen tentaciones que provienen de la carne y del mundo, al final de cuentas, todas proceden del maligno. Es el diablo quien tentó a Eva en el paraíso y quien tentó a Jesucristo en el desierto. El diablo está en continua guerra contra el pueblo de Dios procurando no solo que caigan en pecado, sino que le sucedan cosas malas. ¿Cómo así?

Cristo pone esta petición al final de la oración porque el diablo ha venido y es un ladrón que viene a «robar, matar y destruir» (Juan 10:9). Quiere robarnos todas las bendiciones que pedimos en las otras peticiones de la oración que Cristo enseñó. Pablo obraba de modo «que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas.» (2 Corintios 2:11). El diablo solo tiene poder para dañarnos cuando nuestra confianza está puesta en cualquier cosa que no sea Dios mismo. Así que procurará que confiemos en lo que sea, más que en el Señor. Puesto que nuestro viejo Adán tiene esa tendencia, es importante clamar a Dios que sea él quien nos libre del maligno. Si Dios no nos protegiese, no estaríamos ni una hora seguros ante el diablo. Dios quiere que le roguemos también por todo lo que atañe a nuestro cuerpo y que no busquemos ni esperemos auxilio alguno, sino en él. Si queremos ser guardados de todo mal y quedar libres de él, previamente debe santificarse el nombre de Dios en nosotros; ha de estar su reino entre nosotros y hacerse su voluntad. Después, finalmente, nos preservará de pecados y deshonra y, además, de todo lo que nos duele y nos daña. Solo Dios puede librarnos del maligno. En gratitud vamos a querer confiar solo en él para ser guardados de todo mal.

Oración:

Señor, aunque merecemos tu justa ira y tu castigo, te pedimos, ¡oh Padre de misericordia!, que perdones nuestro pecado y nuestras muchas rebeliones. Defiéndenos de todo mal y peligro, en nuestro cuerpo y en nuestra alma. Líbranos de doctrinas falsas y perniciosas, y de guerra y derramamiento de sangre, de las tempestades y las sequías, de los incendios, de las epidemias, de la angustia del corazón y del desesperar de tu misericordia. En todo tiempo sé tú nuestra ayuda eficaz. Amén.

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JESÚS ENSEÑA A CONFIAR EN DIOS PARA VENCER TENTACIONES | domingo 20 de octubre 2024

 

Ustedes deben orar así: […] Y no nos dejes caer en tentación.

Mateo 6:9a, 13

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 24:1–25:14, 2 Timoteo 4:1–3)

JESÚS ENSEÑA A CONFIAR EN DIOS PARA VENCER TENTACIONES

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Cuando aprendemos la ley moral también aprendemos la voluntad de Dios. El apóstol Pablo escribió: «Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.» (Efesios 5:17 RV60) Conocer la voluntad de Dios es parte de conocer a Dios. Dios quiere, no solo que conozcamos su ley moral, también quiere que la obedezcamos perfectamente (Mateo 5:48). Pero ningún ser humano puede obedecer la voluntad de Dios perfectamente: «Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.» (Eclesiastés 7:20 RV60) Por eso es importante que después de estudiar cada uno de los diez mandamientos confesemos: «Dios quiere que obedezcamos este mandamiento perfectamente, pero no podemos». No reconocer esta verdad puede llevarnos a tener una amarga experiencia ¿Cómo así?

Cuando Jesús iba a ser arrestado, profetizó a Pedro que él le negaría y animó a los discípulos a orar para no caer en tentación. Pedro se imaginaba que él podía vencer esa tentación en su propia capacidad y aseguró porfiadamente: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo». Del modo más doloroso aprendieron que su viejo Adán cae frente a la tentación. No prestaron atención a las palabras de Jesús: «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.» Pablo describe esta verdad cuando confiesa: «Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.» (Mateo 26:33–35, 41; Romanos 7:18,19 RV60). Cristo venció todas las tentaciones en lugar de nosotros y en la cruz sufrió toda la ira de Dios para salvarnos. En gratitud vamos a querer buscar su auxilio frente a la tentación confiando en él para vencerlas y no en nosotros mismos (Jeremías 17:5–9)

Oración:

Señor, pecador he nacido y lo único que puedo hacer es ofenderte, pecar contra ti y merecer toda tu ira. Por los méritos de tu Hijo conviérteme, y seré convertido. No hagas conmigo conforme a mis rebeliones sino conforme tu misericordia hágase en mí conforme tus mandatos y promesas evangélicas. En tu misericordia, no permitas que yo caiga en ninguna de las tentaciones de mi carne, del mundo, ni del diablo. Amén.

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JESÚS NOS ENSEÑA A PEDIR LO QUE NECESITAMOS CADA DÍA | sábado 19 de octubre 2024

Ustedes deben orar así: […] Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.

Mateo 6:9a, 11–12

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 30:1–9, Tito 2:1–6)

JESÚS NOS ENSEÑA A PEDIR LO QUE NECESITAMOS CADA DÍA

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Aunque el ser humano ha ofendido y sigue ofendiendo a Dios, él no nos ha tratado como lo merecemos. En vez de enviarnos directamente al infierno, nos da un tiempo de gracia para vivir en la tierra y así tener la oportunidad de salvación. En ese tiempo de gracia, él se ocupa de que no nos falte nada, independientemente de si somos malos o buenos. Tal como está escrito: ha dado a todas las naciones «lluvias del cielo y estaciones fructíferas, proporcionándoles comida y alegría de corazón.» «Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.» (Hechos 14:16,17; Mateo 5:45.) ¿Entonces por qué Jesús enseñó a pedir el pan de cada día?

En el texto de la meditación de hoy, Jesucristo enseña a pedir dos de las necesidades más importantes del ser humano: una es material, el pan; y la otra es espiritual, el perdón. Dios da el pan cotidiano sin necesidad de nuestra oración aun a todos los malos, pero suplicamos en esta petición que él nos guíe a darnos cuenta de esto y a recibir con acción de gracias nuestro pan de cada día. La petición material incluye todo lo que necesitamos para nuestro bienestar corporal, como comida, bebida, vestido, calzado, casa, hogar, campos, animales, dinero, bienes, consorte piadoso, hijos piadosos, buenos trabajadores, buen gobierno, dirigentes honestos, buenos ciudadanos, buen tiempo, paz, orden, salud, honra, amigos leales, buenos vecinos y cosas por el estilo. Pero la petición espiritual tiene que ver con nuestra condición delante de Dios. De nada nos vale tener todos los bienes si nos falta el perdón: «Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?» (Marcos 8:36,37) El perdón lo ganó Cristo con sus méritos y nos lo otorga por medio de los medios de gracia (el evangelio anunciado y los sacramentos del bautismo y cena del Señor) dados «para el perdón de pecados.» (Mateo 26:26-28; Hechos 2:38; 10:43; Lucas 1:77; 24:47).

Oración:

¡Oh Dios, Padre celestial!, fuente y origen de toda bondad, que misericordiosamente enviaste al mundo a tu Hijo unigénito, el Verbo encarnado: Te damos gracias porque en el bautismo, el evangelio anunciado y en la cena del Señor nos has dado perdón y paz; y te suplicamos que siempre dirijas nuestros corazones y nuestras mentes por tu Espíritu Santo, de modo que podamos servirte constantemente. Amén.

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JESÚS NOS ENSEÑA LAS PRIORIDADES DE LA ORACIÓN | viernes 18 de octubre 2024

Ustedes deben orar así: […] venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Mateo 6:9a, 10

 

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 29, Tito 1:5–16)
JESÚS NOS ENSEÑA LAS PRIORIDADES DE LA ORACIÓN

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Abraham Maslow es conocido por su escala de cinco prioridades básicas del ser humano: 1) Colocó como las más importantes y urgentes las necesidades fisiológicas: el hambre, sed, sueño, vestido, vivienda, salud, etcétera. 2) Después, la necesidad de seguridad: estabilidad, protección, libertad del temor, de la ansiedad y el caos; la necesidad de orden, ley, etc. 3) La necesidad de pertenecer y amar: la necesidad social. 4) La necesidad de estimación: Toda persona quiere ser respetada, apreciada, elogiada y comprendida. 5) La necesidad de éxito y actualización, o sea la satisfacción de estar haciendo la mejor. Muchas oraciones de hoy parecen basadas en este orden de prioridades, muy lógico, pero no bíblico.

Jesucristo enseñó a orar en base a otro orden de prioridades, es decir, siguiendo muy de cerca la ley moral resumida en el Decálogo (los diez mandamientos): al primer y segundo mandamientos: «No tendrás dioses ajenos delante de mí. […] No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.» corresponden las peticiones: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nos tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» En la oración cristiana lo prioritario no son nuestras quejas o el expresar el dolor y la frustración que experimentamos al sentir que nuestras prioridades no han sido satisfechas. Tal como Jesucristo lo dice: «No se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.» (Mateo 6:31-33). Por causa de nuestra naturaleza pecaminosa no buscamos el reino de Dios perfectamente como Dios lo exige. Por eso merecemos toda la ira de Dios. Cristo ganó nuestro perdón al priorizar, en lugar nuestro, la voluntad de Dios y al pagar en la cruz el castigo que merecemos. En gratitud, nuestra primera y prioritaria oración diaria será: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nos tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo»

Oración:

Señor, aunque no lo merezco, con tu justa vida me salvaste gratuitamente. Te suplico que mi vida entera esté consagrada a Ti, Señor. Que a mis manos pueda guiar el impulso de tu amor. Que mis pies tan sólo en pos de lo santo puedan ir: y que a Ti, Señor, mi voz se complazca en bendecir. Que mis labios al hablar, hablen sólo de tu amor. Que mis bienes dedicar yo los quiera a Ti, Señor. Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor. Que mi mente y su poder sean usados en tu honor. Toma, ¡oh, Dios!, mi voluntad, y hazla tuya nada más; Toma, sí, mi corazón y tu trono en él tendrás. Amén. (CC255).

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JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR EFICAZMENTE | jueves 17 de octubre 2024

Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,

Mateo 6:9

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 28, Tito 1:1–4)

JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR EFICAZMENTE

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Poco antes de su arresto Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la Pascua e instituir la cena del Señor. Al final de esa reunión, él oró en intercesión por ellos y dijo: «He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; […] Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, […]. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese». (Juan 17:6, 11,12) ¿Cuál es ese nombre del que habla Cristo? Ese nombre no es otro que «Padre». Desde tiempos de Moisés, los israelitas aprendieron que Jehová era el nombre de Dios, ahora Cristo les manifestó que el Nuevo Pacto era una nueva relación por la cual los creyentes son hijos y Dios es su Padre.

Con las palabras del versículo de la meditación de hoy «Dios nos invita cariñosamente a que creamos que él es nuestro verdadero Padre y nosotros sus verdaderos hijos, a fin de que le pidamos con valor y plena confianza, como le piden los hijos amados a su amoroso padre». Aunque somos hijos adoptivos, tal es el amor del Padre que Pablo dice: «el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!» (Romanos 8:16 TLA). Invocar a Dios llamándole ¡Padre mío! ¡Papá! o ¡Papito! (La Biblia Latinoamérica) es un privilegio del cristiano. No merecemos usar ese nombre. Solo por los méritos de Jesucristo, quien hizo un buen uso del nombre de Dios en lugar de nosotros y en la cruz sufrió el castigo que merecemos por no usar bien el nombre de Dios, es que nos ha sido concedido no solo usar el nombre Padre sino tratar con Dios con tal intimidad. En gratitud vamos a querer tratar con reverencia el nombre de Dios y usarlo en nuestras oraciones. Vamos a querer darle tal prioridad que nuestra primera petición de cada día será: «santificado sea tu nombre»

Oración:

Te suplico, bendito Padre, me concedas ser un creyente que usa bien tu nombre, que los trata como el nombre santo que es. Que mis labios no hagan uso descuidado de ninguno de tus preciosos nombres y tampoco lo use para desear el mal a mi prójimo ni maldecir, jurar, hechizar, mentir o engañar, sino que lo use para invocarte en todas las necesidades, para adorarte, alabarte y darte gracias y confesar tus maravillas. Amén.

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NO SABEMOS QUÉ PEDIR | miércoles 16 de octubre 2024

Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.

Romanos 8:26

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 21, 2 Timoteo 2:14–18)

NO SABEMOS QUÉ PEDIR

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La elocuencia no es necesaria para que nuestras oraciones sean escuchadas y la Biblia enseña que Dios conoce nuestras palabras antes de que las digamos: «No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la sabes toda.» (Salmo 139:4). Un ángel le dijo al profeta Daniel que el Señor respondió su oración desde el mismo momento que él la comenzó: «Tan pronto como empezaste a orar, Dios contestó tu oración. He venido a decírtelo porque tú eres muy apreciado.» (Daniel 9:23). Al parecer orar no es algo demasiado difícil o complicado. Entonces ¿Por qué la Biblia afirma que no sabemos qué pedir?

La verdad es que sí sabemos qué pedir. Pero no sabemos pedir como conviene. Otra versión traduce: «No sabemos orar como debiéramos» (NBLH) A eso se refiere el texto de la meditación de hoy: No sabemos pedir como se debe: «Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites». (Santiago 4:3, RV60) Sí, es verdad, no sabemos orar conforme la voluntad de Dios y ese es un pecado contra el mandamiento que exige no tomar el nombre de Dios en vano. Por ese pecado merecemos padecer toda la ira de Dios. Pero Cristo nos redimió del castigo eterno al orar perfectamente en lugar nuestro y al sufrir en la cruz el castigo que merecemos. En gratitud vamos a querer orar como conviene, es decir, siguiendo su divina enseñanza cuando dijo a sus discípulos: «Vosotros, pues, oraréis así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nos tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo; el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación; más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”»
(Filipenses 4:8)

Oración:

Señor tú has prometido conceder lo que te pidamos conforme a tu voluntad. Te suplico me concedas orar siempre conforme a tu voluntad, que yo quiera pedir aquello que tú quieres dar. Concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no ha de cambiar; tu auxilio para cambiar lo que puedo y quieres que sea cambiado; y sabiduría para entender la diferencia. Amén.

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LAS MARCAS DE LA IGLESIA VISIBLE | martes 15 de octubre 2024

Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Mateo 18:20

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 26, 2 Timoteo 4:9–18)

LAS MARCAS DE LA IGLESIA VISIBLE

 

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Cerca de una docena de cartas del Nuevo Testamento fueron escritas por el apóstol Pablo. La mayoría de ellas fueron dirigidas a iglesias visibles ubicadas en lugares específicos. Podían ser leídas por un grupo visible de creyentes a los que Pablo llamó iglesia de Dios (1 Corintios 1:2; Filipenses 4:15; Colosenses 4:14,15; 1 Tesalonicenses 1:1; Filemón 2). Puesto que en una meditación anterior dijimos que la iglesia de Cristo es invisible ¿Cómo es que buena parte de las cartas del Nuevo Testamento fueron dirigidas a iglesias visibles? ¿Hay alguna contradicción?

En la Biblia no hay contradicciones, pero sí hay paradojas. Una paradoja es una verdad que parece ser contradictoria ¿La iglesia es visible? Sí y no. Es invisible porque no podemos ver el corazón de quienes se reúnen. Si son verdaderos creyentes o no, es algo que no podemos ver. Sin embargo, sí podemos conocer su confesión de fe y el uso que hacen de los medios de gracia: el evangelio y los sacramentos. Podemos estar seguros de que la iglesia invisible está presente en una congregación que: 1) confiesa la sana doctrina y 2) administra los medios de gracia conforme el evangelio. Lo que significa que el evangelio es predicado como buena noticia de salvación incondicional y no como una serie de pasos que hay que dar para adquirir la salvación. En gratitud a la salvación incondicional vamos a querer unirnos a una iglesia visible que tenga estas señales.

Oración:

Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Esto es ciertamente la verdad. Amén.

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CREEMOS EN LA SANTA IGLESIA CRISTIANA | lunes 14 de octubre 2024

Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección

Hebreos 12: 22–23

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 25:15–38, 2 Timoteo 4:4–8)

CREEMOS EN LA SANTA IGLESIA CRISTIANA

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Cuando Jesucristo se encarnó como ser humano dijo que él edificaría su iglesia. Hoy, por todo el planeta existen muchas iglesias que afirman ser la iglesia fundada por Jesucristo ¿Cuál de todas es la iglesia fundada y edificada por Cristo?

Para comprender un poco mejor lo que la Biblia enseña acerca de la iglesia es bueno ver el texto de la meditación de hoy en otra traducción: «Ustedes, en cambio, se han acercado al Monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos» (Nueva Biblia de los Hispanos. 2005). Es fácil notar que, en primer lugar, la iglesia es un pueblo conformado por los que ya están en el cielo y por los que todavía estamos en la tierra. En ese sentido la iglesia cristiana es invisible. Puesto que está conformada por todos los verdaderos creyentes de todos los lugares y de todos los tiempos no podemos verla, solamente creerla porque la Biblia lo enseña. Esta iglesia invisible es la que Cristo fundó y edificó. Sin embargo, aquí en la tierra esta iglesia tiene un aspecto visible ¿Cómo así?

Cuando Jesucristo dijo: «donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» (Mateo 18:20), él estaba hablando acerca del uso de las llaves que encomendó a la iglesia. Ese uso se realiza aquí en la tierra en la iglesia visible que existe «donde dos o tres se reúnen» en su nombre. Para identificar dónde hay una reunión que manifiesta la existencia de la iglesia visible basta observar si tiene las señales que identifican la iglesia: La correcta administración de los sacramentos y la predicación pura del evangelio (es decir sin confundirla con la ley moral). En gratitud a la salvación vamos a querer unirnos a la iglesia que tenga esas señales.

Oración:

Señor, confieso que existe en la tierra un santo grupo reducido y una santa comunidad que se compone de puros santos, bajo una cabeza única que es Cristo, convocada por el Espíritu Santo, en una misma fe, estando unánimes en el amor, sin sectas, ni divisiones. Yo soy también parte y miembro de esta comunidad y participante de todos los bienes que tiene, llevado a ello por el Espíritu Santo e incorporado por el hecho de que escuché y continúo escuchando la palabra de Dios, la cual es el comienzo para ingresar en ella. Amén.

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CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO | domingo 13 de octubre 2024

 

—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres sino a Dios!

Hechos 5:3–4

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 24:1–25:14, 2 Timoteo 4:1–3)

CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO

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No todos aceptan que el Espíritu Santo sea la tercera persona de la Trinidad. Inclusive niegan que sea una persona y enseñan que se trata de una energía únicamente. ¿Por qué creemos que el Espíritu Santo es una persona y que es Dios? ¿Qué es lo que realmente enseña la Biblia?

Los cristianos enseñamos lo que Cristo y la Biblia enseñaron porque la Biblia es nuestra única autoridad en doctrina y práctica. La Biblia enseña que el Espíritu Santo es una persona cuando le atribuye características personales. Jesucristo habló del Espíritu Santo y cuando lo hizo le atribuyó características de persona. El Espíritu Santo habla, siente, enseña, es contristado, guía y, sobre todo, es posible tener comunión con él (Juan 14:26; 16:13,14; Efesios 4:30; 2 Corintios 13:12). En el texto de la meditación de hoy el apóstol Pedro deja claro que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. El Espíritu Santo trabajó junto con el Padre en la creación y junto con el Hijo en la Redención. Sin embargo, la principal obra del Espíritu Santo es la santificación del creyente que ya ha sido salvado por medio de la fe. Aun así el Espíritu Santo es el que obró en el corazón del hombre incrédulo para impartirle la fe mediante el evangelio. Cristo pagó nuestra redención, pero sin el Espíritu Santo no podríamos beneficiarnos de la salvación. En gratitud vamos a querer honrar y adorar al Espíritu Santo como la tercera persona de la Santísima Trinidad.

Oración:

Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Esto es ciertamente la verdad. Amén.

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CREEMOS EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO, NUESTRO SEÑOR | sábado 12 de octubre 2024

Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Filipenses 2:9–11

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 23:9–40, 2 Timoteo 3:8–17)

CREEMOS EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO, NUESTRO SEÑOR

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En cuanto a lo que confesamos y creemos como cristianos no siempre vamos a poder dar una explicación lógica, pues las verdades espirituales son muy superiores al entendimiento humano. Tal como está escrito: «El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.» (1 Corintios 2:14 RV60)

La Biblia enseña que Dios, el Hijo, asumió naturaleza humana cuando fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María. El santo ser concebido en el vientre de María es Dios hecho carne. Cuando nació lo hizo como todo ser humano y sin embargo era Dios. No obstante, voluntariamente limitó sus atributos divinos de tal modo que pudo vivir como cualquier otro ser humano. Después de su muerte y resurrección Cristo afirmó: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.» (Mateo 28:19) Con esas palabras nos dice que su naturaleza humana ahora es todopoderosa. Cristo siempre fue todopoderoso en su naturaleza divina. Pero ahora ha comunicado sus atributos divinos a su naturaleza humana. Por eso en la segunda venida «todo ojo le verá», no porque se lo vea mediante la internet o por transmisión mundial televisiva, sino porque su cuerpo resucitado puede estar en todo lado al mismo tiempo: «El que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.» «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo.» (Efesios 4:10; Colosenses 2:9). El Cristo de la Biblia es Dios hecho hombre que vivió y murió por nuestra salvación. En gratitud vamos a querer creerlo y confesarlo.

Oración:

Señor, confieso que Jesucristo, verdadero Dios, engendrado del Padre en la eternidad, y también verdadero hombre, nacido de la virgen María, es mi Señor. Que me ha redimido a mí, criatura perdida y condenada, me ha rescatado y librado de todos los pecados, de la muerte y del poder del diablo, no con oro ni con plata, sino con su santa y preciosa sangre y con su inocente pasión y muerte. Y todo esto lo hizo para que yo sea suyo y viva bajo él en su reino y le sirva en justicia, inocencia y bienaventuranza eternas, así como él, resucitado de entre los muertos, vive y reina eternamente. Esto es ciertamente la verdad. Amén.

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