CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO | domingo 13 de octubre 2024
—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres sino a Dios!
Hechos 5:3–4
(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 24:1–25:14, 2 Timoteo 4:1–3)
CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO
Ver serie: Meditaciones
No todos aceptan que el Espíritu Santo sea la tercera persona de la Trinidad. Inclusive niegan que sea una persona y enseñan que se trata de una energía únicamente. ¿Por qué creemos que el Espíritu Santo es una persona y que es Dios? ¿Qué es lo que realmente enseña la Biblia?
Los cristianos enseñamos lo que Cristo y la Biblia enseñaron porque la Biblia es nuestra única autoridad en doctrina y práctica. La Biblia enseña que el Espíritu Santo es una persona cuando le atribuye características personales. Jesucristo habló del Espíritu Santo y cuando lo hizo le atribuyó características de persona. El Espíritu Santo habla, siente, enseña, es contristado, guía y, sobre todo, es posible tener comunión con él (Juan 14:26; 16:13,14; Efesios 4:30; 2 Corintios 13:12). En el texto de la meditación de hoy el apóstol Pedro deja claro que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. El Espíritu Santo trabajó junto con el Padre en la creación y junto con el Hijo en la Redención. Sin embargo, la principal obra del Espíritu Santo es la santificación del creyente que ya ha sido salvado por medio de la fe. Aun así el Espíritu Santo es el que obró en el corazón del hombre incrédulo para impartirle la fe mediante el evangelio. Cristo pagó nuestra redención, pero sin el Espíritu Santo no podríamos beneficiarnos de la salvación. En gratitud vamos a querer honrar y adorar al Espíritu Santo como la tercera persona de la Santísima Trinidad.
Oración:
Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Esto es ciertamente la verdad. Amén.
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