Factor de riesgo | sábado 8 de marzo 2025
(Lectura de la Biblia en tres años: Miqueas 5:1–6:5, Apocalipsis 14:1–5)
Factor de riesgo
Ver serie: Meditaciones
«No te juzgo; sólo digo…» es un intento de moda, sin riesgos, de desahogarse sin el añadido de tener que lidiar con una conciencia culpable. El diablo está deseando ayudar a la gente a eludir las consecuencias de este pecado, para su vergüenza.
A nadie le gusta que le corrijan. Pero necesitamos controles y equilibrios basados en las Escrituras y llevados a cabo en una comunidad de iguales llena de confianza. Jesús es claro sobre cómo tratar el comportamiento pecaminoso en la iglesia (Mateo 18:15-20). En el versículo 15, comienza con: «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo cuando él y tú estén solos. Si te hace caso, habrás ganado a tu hermano».
Es en este primer paso crucial donde las tentaciones farisaicas pueden hacernos tropezar. Para algunos, «Vengo en amor cristiano…» puede significar lo mismo que «No te estoy juzgando; sólo digo…». Comprobar nuestros motivos antes de iniciar este proceso marcará la diferencia entre ganar corazones arrepentidos o empeorar las cosas. Reconocer humildemente nuestros propios corazones pecadores y recordar la misericordia y el perdón de Jesús es crucial antes de dar los primeros pasos en la corrección cristiana. Da el beneficio de la duda dejando un espacio de gracia en el que los dos podáis resolverlo para la gloria de Dios, nuestro Padre. Deja en sus perfectas manos el factor riesgo de cómo resulte.
«Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos» (versículo 20).
Oración:
Misericordioso Dios, tu palabra nos enseña que tú eres clemente y misericordioso, lento para la ira, y grande en misericordia. A tu bondad acudo y apoyado en los méritos de tu Hijo Cristo para suplicarte me concedas la firmeza necesaria para confrontar a quien lo necesita, con el propósito de conducirlo a tu perdón. Te bendigo y agradezco pues tu presencia no nos ha abandonado. Concédeme ser un buen administrador de los dones que me diste y vivir consagrado a ti como un instrumento de tu paz en gratitud a tu inmenso amor, por Jesucristo tu Hijo. Amén.