LOS MUERTOS EN CRISTO RESUCITARÁN PRIMERO | sábado 2 de noviembre 2024
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras.
1 Tesalonicenses 4:16–18
(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 40:13–41:18, Hebreos 3:12–19)
LOS MUERTOS EN CRISTO RESUCITARÁN PRIMERO
Ver serie: Meditaciones
Aunque la Biblia llama santos a los creyentes, no disfrutaremos de ser santos perfectamente hasta nuestra muerte. Mientras vivimos en nuestros cuerpos actuales, el viejo Adán contamina aun las buenas obras que hacemos en gratitud por haber sido perdonados. Cuando estamos en el cielo, seremos parte de los santos triunfantes por toda la eternidad ¿Cómo sucederá eso?
En el texto de la meditación de hoy, el apóstol Pablo explica cómo sucederá la resurrección: en el último día, el del juicio final, a la orden del Señor, los muertos en Cristo resucitarán primero. ¿Qué sucederá con los creyentes que todavía están vivos para ese día? Pablo responde: «Fíjense bien en el misterio que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados.» (1 Corintios 15:51–52). Inmediatamente, «seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire». Cristo transformará nuestro cuerpo en uno nuevo, el cual será nuestro mismo cuerpo, pero sin la naturaleza pecaminosa, sin imperfecciones y sin debilidades. Será un cuerpo «incorruptible» y «espiritual», como el de nuestro Señor resucitado (1 Corintios 15:42–44). Ese mismo día los otros muertos resucitarán a condenación. Sus cuerpos corruptos por el pecado evidenciarán plenamente su calamidad: «Se les pudrirá la carne en vida, se les pudrirán los ojos en las cuencas, y se les pudrirá la lengua en la boca. En aquel día el Señor los llenará de pánico.» « Porque no morirá el gusano que los devora, ni se apagará el fuego que los consume: ¡repulsivos serán a toda la humanidad!» (Zacarías 14:12–13; Isaías 66:24). Puesto que no hemos obedecido perfectamente la voluntad de Dios merecemos padecer toda la ira de Dios en el fuego que no se apaga. Gracias a Jesucristo, quien obedeció perfectamente la voluntad de Dios como nuestro sustituto y quien padeció en la cruz nuestro castigo, hoy podemos esperar la resurrección de vida. En gratitud vamos a querer esperar ese día honrando su nombre.
Oración:
Señor, concédeme, mediante el evangelio, el rechazar la impiedad y las pasiones mundanas, y vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardo la gloriosa venida de Jesucristo. Amén. (Tito 2:12–13).