Los Credos
EL CREDO APOSTÓLICO
El Credo Apostólico es un resumen de lo que los apóstoles enseñaron, pero no fue escrito por ellos. Esta declaración de fe surgió de la fórmula bautismal trinitaria (“bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” – Mt. 28:19).
CREDO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Y creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, murió y fue sepultado; descendió al infierno; al tercer día resucitó de entre los muertos, subió al cielo, y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso; y de ahí vendrá de nuevo a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia cristiana, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo, y la vida eterna. Amén.
EL CREDO NICENO
El Credo Niceno es el resultado del trabajo de dos importantes concilios de la iglesia. El primero tuvo lugar en Nicea, el año 325; y el segundo tuvo lugar en Constantinopla en el 381. La iglesia estaba preocupada por la enseñanza de los que promovían errores que negaban que Dios es Dios en tres personas. Algunos (los monarquianos modalistas) enseñaban que hay un Dios que desempeña tres roles diferentes; otros enseñaban que hay un Dios y que el Hijo y el Espíritu Santo son energías que vienen de ese Dios (monarquianos dinámicos). Luego estaba el error de Arrio (m. 336), un presbítero de Alejandría, Egipto, que enseñaba que Jesús no es igual a Dios, sino que es como Dios, y que es la primera y la más noble criatura de Dios. Otro presbítero de Alejandría, Atanasio, asumió la defensa de la verdadera doctrina de la Escritura. El credo original adoptado en Nicea en 325 fue ampliado para repudiar errores posteriores. El credo que actualmente confesamos es el resultado del trabajo de estos dos concilios de la iglesia. Este credo está lleno de formulaciones doctrinales muy precisas para construir una línea de defensa que resguarde contra errores que amenacen destruir el evangelio.
CREDO NICENO
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, y de todo lo visible e invisible.
Y creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, y no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; por nosotros y por nuestra salvación él bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: Padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las escrituras: Y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos, y su reino no tendrá fin.
Y creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Y creo en una sola iglesia, santa, apostólica, y universal. Reconozco un solo bautismo para el perdón de los pecados, y espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo que ha de venir. Amén.
EL CREDO DE ATANASIO
CREDO DE ATANASIO
ESCRITO CONTRA LOS ARRIANOS
Todo el que quiere ser salvo, antes que todo es necesario que tenga la verdadera fe cristiana.
Y si alguno no la guardare íntegra e inviolada, es indudable que perecerá eternamente.
Y la verdadera fe cristiana es ésta, qué veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; no confundiendo las personas, ni dividiendo la substancia.
Una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo.
Pero una sola es la divinidad del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; igual es la gloria y coeterna la majestad.
Cual el Padre, tal el Hijo, tal el Espíritu Santo.
Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.
El Padre es inmenso, el Hijo es inmenso, el Espíritu Santo es inmenso.
El Padre es eterno, el Hijo es eterno, el Espíritu Santo es eterno.
Sin embargo, no son tres eternos, sino una eterno.
Como tampoco son tres increados, ni tres inmensos, sino un increado y un inmenso.
Igualmente, el Padre es todopoderoso, el Hijo es todopoderoso, el Espíritu Santo es todopoderoso.
Sin embargo, no son tres todopoderosos, sino un todopoderoso.
Así que el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
Sin embargo, no son tres dioses, sino un solo Dios.
Asimismo, el Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu Santo es Señor.
Sin embargo, no son tres señores, sino un solo Señor. Porque, así como somos compelidos por la verdad cristiana a confesar a cada una de las tres personas, por sí misma, Dios y Señor:
Así nos prohíbe la religión cristiana decir que son tres dioses y tres señores.
El Padre no fue hecho por nadie, ni creado, ni engendrado.
El Hijo es del Padre solamente; ni hecho, ni creado, sino engendrado.
El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo; ni hecho, ni creado ni engendrado sino procedente.
Así que es un Padre, no tres padres; un Hijo, no tres hijos; un Espíritu Santo, no tres espíritus santos.
Y en esta Trinidad ninguno es primero o postrero; ninguno mayor o menor; sino que todas las tres personas son coeternas juntamente y coiguales;
Así que en todas las cosas, como queda dicho, debe ser venerada la Trinidad en la unidad, y la unidad en la Trinidad.
Quién, pues, quiere ser salvo, debe pensar así de la Trinidad.
Además, es necesario para la salvación que se crea también fielmente la encarnación de nuestro Señor Jesucristo.
Esta es, pues, la fe verdadera, que creamos y confesemos que nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, es Dios y hombre;
Dios de la substancia del Padre, engendrado antes de los siglos; y hombre de la substancia de su madre, nacido en el tiempo;
Perfecto Dios y perfecto hombre, subsistiendo de alma racional y de carne humana;
Igual al Padre según la divinidad, menor que el Padre según la humanidad;
Quien, aunque es Dios y hombre, sin embargo no son dos, sino un solo Cristo;
Uno, empero, no por la conversión de la divinidad en carne, sino por la asunción de la humanidad en Dios;
Absolutamente uno, no por la confusión de la substancia, sino por la unidad de la persona.
Porque como el alma racional y la carne es un hombre, así Dios y el hombre es un Cristo;
Quién padeció por nuestra salvación; descendió al infierno, al tercer día resucitó de los muertos;
Subió al cielo; está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso;
De dónde ha de venir para juzgar a los vivos y a los muertos;
En cuya venida todos los hombres han de resucitar con sus cuerpos; y han de dar cuenta de sus propias obras.
Los que hicieron bien, irán a la vida eterna; pero los que hicieron mal, al fuego eterno.
Esta es la verdadera fe cristiana; que si alguno no la creyere firme y fielmente no podrá ser salvo.
Confesiones Luteranas
Para aquellos que no están familiarizados con nuestras creencias básicas, WELS ha preparado un documento titulado “Esto creemos” que será útil para comprender conceptos como el pecado y la gracia, el Dios Triuno y la deidad de Cristo.
Declaraciones Doctrinales
Lutero y otros autores fueron los que escribieron las seis confesiones luteranas, a las que nosotros en WELS aún nos suscribimos hoy, porque creemos que son una explicación correcta de la verdad bíblica.