CASTILLO FUERTE ES NUESTRO DIOS | martes 29 de octubre 2024
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. Selah.
Salmo 46:1–3
(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 37, Hebreos 2:5–11)
CASTILLO FUERTE ES NUESTRO DIOS
Ver serie: Meditaciones
Cerca del año 400 d.C., el monje británico Pelagio comenzó a enseñar que cada ser humano es capaz de hacer buenas obras que le ganen la salvación. Agustín de Hipona refutó el pelagianismo y así Pelagio fue apartado de la iglesia. Con el tiempo, los discípulos de Pelagio lograron introducir entre los líderes de la iglesia una modificación de su falsa doctrina que, como la levadura, creció y llevó a la apostasía a casi toda Europa. El semipelagianismo enseña que el ser humano puede salvarse por sus propias obras con la ayuda de Dios. Para el año 1517 el semipelagianismo llegó a incluir la idea de que un ser humano puede comprar, con dinero, las buenas obras hechas por otros cristianos y así alcanzar el perdón. Se las llamó indulgencias pues servían para tener el perdón de pecados.
Muchos cristianos de aquella época sabían que esa era una doctrina falsa pero no podían oponerse, pues la defendían las grandes autoridades religiosas y civiles del Sacro Imperio Romano. El 31 de octubre de ese año el Dr. Martín Lutero convocó a los intelectuales cristianos a elaborar una respuesta a esta herejía planteando 95 cuestiones (tesis) que el pueblo cristiano rechazaba de esta herejía. Los líderes civiles y religiosos quisieron presionar a Lutero para que retroceda en sus denuncias y que reconozca que estaba equivocado. Lutero, resistió firme en la fe. Se aferró a la enseñanza bíblica de que el perdón de los pecados lo ganó Cristo y que mandó otorgarlo gratuitamente a los pecadores arrepentidos. Cuando le dieron la última oportunidad de retractarse Lutero dijo: ««A menos que se me persuada por testimonios de las Escrituras o por razonamientos evidentes, […] me siento vinculado con los textos escriturísticos que he citado y mi conciencia continúa cautiva de las palabras de Dios. Ni puedo ni quiero retractarme de nada, porque no es ni seguro ni honrado actuar en contra de la propia conciencia.» (El Caso Lutero, por César Vidal. Pág. 174)» Cuando, en gratitud, nos aferramos a la verdadera doctrina podemos estar seguros de que Dios es nuestra protección como lo fue de Lutero.
Oración:
Aunque merecemos tu justa ira y tu castigo, te pedimos, ¡oh Padre de misericordia!, que perdones nuestro pecado y nuestras muchas rebeliones. Defiéndenos de todo mal y peligro, en nuestro cuerpo y en nuestra alma. Líbranos de doctrinas falsas y perniciosas, y de guerra y derramamiento de sangre, de las tempestades y las sequías, de los incendios, de las epidemias, de la angustia del corazón y del desesperar de tu misericordia. En todo tiempo sé Tú nuestra ayuda eficaz. Amén.