CONFIEMOS QUE DIOS NOS CUIDA EN NUESTRA SOLEDAD | Viernes 6 de Septiembre 2024

Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.

Deuteronomio 31:6

CONFIEMOS QUE DIOS NOS CUIDA EN NUESTRA SOLEDAD

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Ver serie: Meditaciones

Estas palabras las podemos llamar el testamento de Moisés para su pueblo. Él fue testigo de cómo Dios le trató en medio de muchas circunstancias difíciles cuando estuvo aún en peligro de muerte porque el pueblo de Israel quiso, en varias oportunidades, apedrearle. Pero también fue testigo de la misericordia de Dios en no dejarle sólo en ningún momento.

El pecado crea en nosotros soledad. Esta produce incertidumbre porque llena nuestro corazón de muchos temores y estos nos llevan a pecar en contra del primer mandamiento. A muchas personas les gusta vivir solos en este momento, pero llegará un día en la vida en que se darán de cuenta lo importante de tener compañía. Otros viven solos como consecuencia de su pecado al traicionar su promesa del matrimonio. O también la soledad puede llegar a causa de una enfermedad. Todos nosotros hemos conocido la soledad que viene como prueba de la fe o como consecuencia de un pecado.

Nuestro Dios venció el miedo a la soledad por cada uno de nosotros cuando estaba en la cruz. Vivió la soledad que nunca nadie pudo haber vivido. Sus discípulos le habían abandonado y aun su Padre Celestial. «Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46). Jesús se quedó totalmente solo para pagar por cada uno de nuestros pecados. En otra ocasión, Jesús sintió compasión por una mujer viuda que estaba enterrando a su hijo: «Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate» (Lucas 7:13-14). Encontramos la compañía de Dios en la soledad de Jesús en la cruz y cuando tuvo compasión perfecta por la viuda de Naín en su soledad.

Podemos vivir en soledad, podemos estar destinados a terminar nuestras vidas en soledad, podemos en épocas de nuestras vidas sentirnos olvidados por todos los que nos rodean. Solo el Espíritu Santo hará que recordemos que nuestro Creador y Salvador siempre está con nosotros en este mundo y en la eternidad. ¡Qué el Espíritu Santo nos conceda esta paz y unidad en el nombre de Jesús! Amén.

Oración:

Misericordioso Padre, bendícenos con tu compañía siempre en este mundo por medio del Espíritu Santo que nos lleva a los pies de Jesús. Amén.

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