EL AMOR NOS ENSEÑA EL RESPETO A LOS MAYORES Martes 10 de septiembre 2024

Corona de honra es la vejez, que se halla en el camino de justicia. 

Proverbios 16:31

Un corazón transformado

En los tiempos bíblicos, a los ancianos se les veía como los favorecidos por Dios con larga vida y sabiduría debido a sus años de experiencia. Entre las leyes de los israelitas estaba ésta: «Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová» (Levítico 19:32). Tristemente, en nuestros días, la falta de respeto ha ocupado el lugar de la consideración hacia ellos. Pero, en realidad, cuando vemos un tema como este, reconocemos nuestro pecado en contra del cuarto mandamiento porque hemos ofendido a los ancianos haciéndoles daño con burlas, maltratos físicos y sicológicos, y este pecado merece ser castigado en el infierno eterno.

Jesús, no solamente como judío, sino también como nuestro sustituto, cumplió la ley dada en Levítico 19:32 anteponiendo a los ancianos en buena estima. Cuando curó a la suegra de Pedro, como lo leemos en Mateo 8:14-15, «Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía». Fue tanto el afecto de Jesús por esta mujer mayor que, en su amor, le curó. Pero ella, al servirle a Jesús, estaba agradecida al igual que nosotros con nuestro Dios por perdonar nuestro pecado en contra de este mandamiento con su sangre preciosa, como la Escritura dice: «tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación». (Apocalipsis 5:9)

El Espíritu Santo nos reafirma que, con la resurrección de Jesús, sí, fueron vencidos el pecado, el diablo y la muerte, y esta reafirmación de parte de Él produce en nosotros un aprecio para con nuestros ancianos creyentes porque han sobrevivido muchas experiencias en su vida las cuales ya queremos apreciar por gratitud a Dios. ¡Qué el Espíritu Santo nos conceda esto en el nombre de Jesús! Amén.

Oración:

Padre Celestial, gracias por darnos nuestros ancianos y sobre todo creyentes, los cuales usas para enseñarnos a ser fieles a tu Palabra por medio del Espíritu Santo. En el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, oramos. Amén.

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