EL PODER DE LA LEY | martes 22 de octubre 2024

Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado.

Gálatas 2:16

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 31:27–40, Tito 3:12–15)

EL PODER DE LA LEY

 

Ver serie: Meditaciones

Cuando yo era niño e iba al médico, me tomaban la temperatura con un termómetro de vidrio que tenía que estar sujeto a alguna parte de mi cuerpo por algunos minutos. Hoy, a la entrada de los Bancos, supermercados e inclusive calles se utilizan termómetros que no entran en contacto con la persona y miden la temperatura en apenas unos segundos. Aunque el termómetro es útil para diagnosticar si alguien tiene fiebre, no está tan avanzado como para sanar esa fiebre.

Algo similar sucede con la ley moral de Dios: puede ayudar a evidenciar nuestro problema: «somos pecadores». Pero esa misma ley moral no puede solucionar nuestro problema. Debido al pecado de Adán nosotros nacemos muertos espiritualmente y por tanto somos incapaces de obedecer perfectamente la ley moral de Dios (Efesios 2:1) Tal como Pablo lo explica «Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden» (Romanos 8:7 RV60) «Si hubiera una ley que pudiera dar vida a la gente, entonces podríamos estar bien con Dios cumpliendo la ley.» (Gálatas 3:21 NTV) La ley no puede darnos vida nueva. Solo puede diagnosticar que estamos muertos en delitos y pecados. Ese es el poder de la ley. Usar la ley para hacer creer a las personas que pueden cumplirla y que si la cumplen merecen el cielo es enseñar todo lo contrario a la enseñanza bíblica. El poder de la ley es mostrarnos nuestro problema y las consecuencias de nuestro problema: «Somos y hemos nacido pecadores y por eso merecemos padecer toda la ira de Dios eternamente». Si la ley nos lleva a quedar aterrorizados ante tal perspectiva, entonces ha cumplido su misión, que es mostrarnos la urgente e imperiosa necesidad de un salvador. Cumplir la ley no nos salva pues nadie la cumple perfectamente. Cristo es el salvador que sí cumplió la ley moral perfectamente y lo hizo en lugar nuestro: «Porque así como por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así por la obediencia de uno [Jesucristo] los muchos serán constituidos justos.» (Romanos 5:19). Son sus méritos los que nos salvan.

Oración:

Te doy gracias, Señor que por tu evangelio me diste perdón de pecados y vida eterna gracias a los méritos de tu Hijo Jesucristo. Lo hiciste cuando el Espíritu Santo obró en mí fe y vida nueva por el poder de tu Palabra unida al agua al ser bautizado. Por tus medios de gracia, afírmame en esa misma fe. Amén.

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