Esperanza | jueves 9 de enero 2025

(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 37:1–14, 2 Pedro 2:9–14)

Esperanza

Ver serie: Meditaciones

Espero que esta horrible situación termine pronto.

Espero que cumpla su palabra.

Espero que mi nuevo trabajo funcione.

En un mundo perfecto, no necesitaríamos esperanza. Pero en este mundo quebrantado, esperamos todo el tiempo. Esperamos que las cosas mejoren, que funcionen, que salgan bien. Nuestras esperanzas están ligadas a personas y circunstancias imperfectas, por lo que a menudo se encogen como un globo viejo. Aprendemos a reducir el riesgo.

¿Ese tipo de esperanza “incierta” se desliza sigilosamente en nuestras vidas de fe? «Espero que Dios me dé el pan de cada día…perdone mis pecados…me ayude a superar este desafío». Una esperanza incierta no es lo que Pablo estaba describiendo cuando escribió: “y nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios… Y esta esperanza no nos defrauda” (Romanos 5:2,5).

Ese tipo de esperanza no se centra en las cosas o en las personas. Es una esperanza que presume de Dios. Podemos reemplazar la palabra esperanza por las palabras confianza cierta. Nosotros tenemos confianza cierta en la gloria de Dios, y esa confianza no nos defraudará. No porque nuestra confianza sea inquebrantable, sino porque nuestro Dios lo es.

Si aún albergas esperanzas, vuelve a la cruz. Cristo colgado allí en nuestro lugar, para ganar nuestra paz con Dios. Su don de la paz nos da la esperanza, la confianza cierta, de que la inquebrantable y gloriosa gracia de Dios nos proveerá en la tierra y nos llevará sanos y salvos al cielo.

Si tu esperanza te falla, es porque es la esperanza equivocada. Espera en el Salvador; Dios nunca te defraudará.

Oración:

Señor, lléname de tu amor por medio de tu Palabra, para que alimentado por ella mi fe sea fortalecida y mi esperanza descanse en Ti, por Jesucristo tu Hijo. Amén.

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