JESÚS ENSEÑA A CONFIAR EN DIOS PARA VENCER TENTACIONES | domingo 20 de octubre 2024
Ustedes deben orar así: […] Y no nos dejes caer en tentación.
Mateo 6:9a, 13
(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 24:1–25:14, 2 Timoteo 4:1–3)
JESÚS ENSEÑA A CONFIAR EN DIOS PARA VENCER TENTACIONES
Ver serie: Meditaciones
Cuando aprendemos la ley moral también aprendemos la voluntad de Dios. El apóstol Pablo escribió: «Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.» (Efesios 5:17 RV60) Conocer la voluntad de Dios es parte de conocer a Dios. Dios quiere, no solo que conozcamos su ley moral, también quiere que la obedezcamos perfectamente (Mateo 5:48). Pero ningún ser humano puede obedecer la voluntad de Dios perfectamente: «Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.» (Eclesiastés 7:20 RV60) Por eso es importante que después de estudiar cada uno de los diez mandamientos confesemos: «Dios quiere que obedezcamos este mandamiento perfectamente, pero no podemos». No reconocer esta verdad puede llevarnos a tener una amarga experiencia ¿Cómo así?
Cuando Jesús iba a ser arrestado, profetizó a Pedro que él le negaría y animó a los discípulos a orar para no caer en tentación. Pedro se imaginaba que él podía vencer esa tentación en su propia capacidad y aseguró porfiadamente: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo». Del modo más doloroso aprendieron que su viejo Adán cae frente a la tentación. No prestaron atención a las palabras de Jesús: «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.» Pablo describe esta verdad cuando confiesa: «Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.» (Mateo 26:33–35, 41; Romanos 7:18,19 RV60). Cristo venció todas las tentaciones en lugar de nosotros y en la cruz sufrió toda la ira de Dios para salvarnos. En gratitud vamos a querer buscar su auxilio frente a la tentación confiando en él para vencerlas y no en nosotros mismos (Jeremías 17:5–9)
Oración:
Señor, pecador he nacido y lo único que puedo hacer es ofenderte, pecar contra ti y merecer toda tu ira. Por los méritos de tu Hijo conviérteme, y seré convertido. No hagas conmigo conforme a mis rebeliones sino conforme tu misericordia hágase en mí conforme tus mandatos y promesas evangélicas. En tu misericordia, no permitas que yo caiga en ninguna de las tentaciones de mi carne, del mundo, ni del diablo. Amén.
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