JESÚS NOS ENSEÑA LAS PRIORIDADES DE LA ORACIÓN | viernes 18 de octubre 2024
Ustedes deben orar así: […] venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Mateo 6:9a, 10
Ver serie: Meditaciones
Abraham Maslow es conocido por su escala de cinco prioridades básicas del ser humano: 1) Colocó como las más importantes y urgentes las necesidades fisiológicas: el hambre, sed, sueño, vestido, vivienda, salud, etcétera. 2) Después, la necesidad de seguridad: estabilidad, protección, libertad del temor, de la ansiedad y el caos; la necesidad de orden, ley, etc. 3) La necesidad de pertenecer y amar: la necesidad social. 4) La necesidad de estimación: Toda persona quiere ser respetada, apreciada, elogiada y comprendida. 5) La necesidad de éxito y actualización, o sea la satisfacción de estar haciendo la mejor. Muchas oraciones de hoy parecen basadas en este orden de prioridades, muy lógico, pero no bíblico.
Jesucristo enseñó a orar en base a otro orden de prioridades, es decir, siguiendo muy de cerca la ley moral resumida en el Decálogo (los diez mandamientos): al primer y segundo mandamientos: «No tendrás dioses ajenos delante de mí. […] No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.» corresponden las peticiones: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nos tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» En la oración cristiana lo prioritario no son nuestras quejas o el expresar el dolor y la frustración que experimentamos al sentir que nuestras prioridades no han sido satisfechas. Tal como Jesucristo lo dice: «No se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.» (Mateo 6:31-33). Por causa de nuestra naturaleza pecaminosa no buscamos el reino de Dios perfectamente como Dios lo exige. Por eso merecemos toda la ira de Dios. Cristo ganó nuestro perdón al priorizar, en lugar nuestro, la voluntad de Dios y al pagar en la cruz el castigo que merecemos. En gratitud, nuestra primera y prioritaria oración diaria será: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nos tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo»
Oración:
Señor, aunque no lo merezco, con tu justa vida me salvaste gratuitamente. Te suplico que mi vida entera esté consagrada a Ti, Señor. Que a mis manos pueda guiar el impulso de tu amor. Que mis pies tan sólo en pos de lo santo puedan ir: y que a Ti, Señor, mi voz se complazca en bendecir. Que mis labios al hablar, hablen sólo de tu amor. Que mis bienes dedicar yo los quiera a Ti, Señor. Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor. Que mi mente y su poder sean usados en tu honor. Toma, ¡oh, Dios!, mi voluntad, y hazla tuya nada más; Toma, sí, mi corazón y tu trono en él tendrás. Amén. (CC255).