Jesús rompe las cadenas | domingo 2 de febrero 2025

(Lectura de la Biblia en tres años: Daniel 6, Judas 8–16)

Jesús rompe las cadenas

Ver serie: Meditaciones

¿Alguna vez te has sentido encadenado a algo? Como si tuvieras que __________. No había otra opción que _________. ¿Alguna vez has oído algo en la iglesia o leído algo de Jesús y has pensado: “Yo nunca podría _________”?

Por ejemplo, ¿sientes la presión de tener éxito? Cuando se trata de tus calificaciones, tu salario, tu currículum o tu último puesto, no puedes ser ordinario o mediocre o pasar desapercibido. O ¿sientes la presión de hacer feliz a todos en tu vida, sintiéndote culpable de no poder hacer eso y aquello, y aquello por él y ella, y ellos y estar aquí y allí, y en todas partes al mismo tiempo? o ¿alguna vez has creído que tienes que ser una persona buena, una persona mejor, para ir a un lugar mejor y estar con Dios?

¿De dónde vienen todas estas “cadenas”? Quizás de las medias verdades que contienen. Debemos esforzarnos por hacer lo mejor posible, servir a otras personas y hacer lo bueno para Dios. Pero esa no es toda la verdad. Y una verdad a medias es una cadena, una cadena que puede esclavizarte a la culpa, el agotamiento y la desesperación.

Por eso me encanta cómo Jesús rompe las cadenas. De cada amo y señor que nos marcaran, de cada verdad a medias que nos encadenara, de cualquier idea que pudiera interferir con nuestro futuro eterno, Jesús fue a la guerra para recuperarte. “Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres” (Juan 8:36).

No dejes que el padre de la mentiras te encadene hoy. Tú eres amado. A través de Jesús, tú eres salvo. A través del Espíritu, puedes hacer todas las cosas. Esa es la verdad que te hace libre.

Oración:

Redentor nuestro, es verdad que muchas veces caí en diversas formas de esclavitud: del pecado, del legalismo, de la vanagloria de la vida, de la ambición por la riqueza o el poder, inclusive del derrotismo y la desesperación. Pero Tú no quieres que yo esté sometido al yugo del diablo, del mundo o de la carne pecaminosa, pues Tú me quieres libre. Por mí libertad Cristo pagó el alto precio de la redención con su sangre preciosa. Concédeme estar firme en la libertad con que me libertó Cristo. Amén.

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