LA LEY MORAL EN LA RELACIÓN CON DIOS | sábado 5 de octubre 2024

No tengas otros dioses además de mí. […] No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera. Acuérdate del sábado, para consagrarlo.

Éxodo 20:3,7–8

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 17:1–18, 2 Timoteo 1:1–2)

LA LEY MORAL EN LA RELACIÓN CON DIOS

Ver serie: Meditaciones

Jesús enseñó: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente» (Mateo 22:37) Así resumió los primeros mandamientos del Decálogo que tratan de la relación de amor del hombre hacia Dios.

El primer mandamiento del decálogo prohíbe tener otros dioses junto con el Dios verdadero. Los israelitas de la antigüedad adoraron a Jehová como un Dios principal y a la vez adoraron a Baal, Astarté y otros ídolos cananeos al mismo tiempo. Dar gloria o adorar imágenes, esculturas, amuletos, ídolos es idolatría abierta. Para cuando Cristo vino ya habían olvidado a esos ídolos. Sin embargo, Jesucristo explicó que el judaísmo todavía era idólatra, aunque no tengan ídolos de escultura. Hay otra idolatría más peligrosa aún: la idolatría secreta que consiste en confiar en cualquier cosa más que en Dios. Unos confiaban más en la riqueza (Lucas 16:13; Salmo 62:10); otros confiaban más en sí mismos y sus buenas obras para agradar a Dios que en el Salvador que Dios había enviado (Lucas 18:9-14 cf. Jeremías 17:5). Los líderes del judaísmo confiados enseñaron falsa doctrina como si fuera de Dios y así usaron mal el nombre de Dios.

Hoy sucede lo mismo con nosotros los cristianos. Cuando faltamos a la reunión por estar trabajando para ganar dinero mostramos que confiamos más en el dinero que en Dios, o cuando confiamos que llegaremos al cielo porque no somos tan malos como los incrédulos; o cuando decidimos no obedecer la Palabra mostramos que confiamos más en nuestro criterio que en Dios y nos hacemos a nosotros mismos un dios. Por ese pecado somos merecedores de toda la ira de Dios. Cristo vino para salvarnos siendo nuestro sustituto: él amó perfectamente a Dios sobre todas las cosas. Tanto que cuando su voluntad de vivir resistía la perspectiva de morir en la cruz, él oró: «no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.» (Lucas 22:42) y murió en lugar nuestro. en gratitud vamos a querer amar, temer, y confiar en Dios por sobre todas las cosas, tener el nombre del Señor en tan alto honor que no le demos mal uso y dedicar tiempo para el descanso del alma.

Oración:

Misericordioso Dios: Acepta, te suplicamos, nuestro tributo de adoración, alabanza y acción de gracias. Danos tal comprensión de todas tus misericordias, que nuestros corazones sientan verdadera gratitud hacia Ti, y que glorifiquemos tu santo nombre no solamente con nuestros labios sino también con nuestras vidas consagradas a amarte a ti y al prójimo. Amén.

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