LA RENDICIÓN DE CUENTAS | martes 5 de noviembre 2024
Les aseguro que a todo el que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
Lucas 19:26
(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 44, Hebreos 5:1–10)
LA RENDICIÓN DE CUENTAS
Ver serie: Meditaciones
Cuando «Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» (Génesis 1:27–28) Así Él le asignó la administración y cuidado del planeta tierra al ser humano. Esta responsabilidad pasa de generación en generación a cada uno de nosotros y el día del juicio, cada uno, debe rendir cuentas respecto al uso o abuso que hizo de la creación de Dios (Romanos 14:12; 1 Pedro 4:5) Sin embargo, los creyentes también daremos cuenta de la asignación que Cristo dio a su iglesia. De eso trata la parábola a la que pertenece el texto de la meditación de hoy.
Dios es el creador de las tres instituciones más importantes de la historia humana: la familia, el estado y la iglesia. Él señaló a la familia la responsabilidad de perpetuar la especie y resguardar la vida espiritual de sus miembros (Génesis 1:28; 18:19; Salmos 127:3). Al estado le asignó la tarea de frenar la maldad (Romanos 13:1,2,4 cf. Proverbios 8:15; Génesis 9:6). Pero a la iglesia le encomendó la predicación de Su Palabra, especialmente el evangelio (Mateo 28:18-20; Marcos 16:16). Dios quiere que la iglesia dé a conocer las buenas noticias de salvación. Esta es la tarea de cada uno de nosotros, no solo de los líderes. En la parábola, quienes recibieron más monedas hicieron su trabajo. Pero el que solo recibió una pensó que lo mejor era guardarla. Hizo esto en directa desobediencia a la orden que instruía: «Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva.» ese dinero no representaba otra cosa que el evangelio. Dios quiere que anunciemos la buena nueva, no que la callemos. Él quiere que seamos fieles. Pero, por nuestra pecaminosidad, no podemos obedecerle perfectamente. Por eso Él fue nuestro sustituto, pues predicó el evangelio fielmente en lugar nuestro (Juan 4:24) y sufrió, en la cruz, toda la ira de Dios que nosotros merecemos por este pecado. En gratitud vamos a querer ser fieles en la administración de esta responsabilidad.
Oración:
Haz, oh Señor, que la luz de tu Palabra brille siempre en nuestros hogares. Guarda a nuestros niños en la verdadera fe que les impartiste en el Santo Bautismo; y da tu gracia a todos los padres para que puedan criarlos en tu fe y en la obediencia a tu voluntad. Envía tu luz y tu verdad hasta los fines de la tierra. Levanta predicadores, líderes y creyentes fieles que prediquen y enseñen el Evangelio en nuestro país y en todas las naciones. Guíalos, protégelos y prospéralos en todos sus trabajos. Amén.