LA VENGANZA QUE AVERGUENZA | lunes 16 de septiembre 2024

Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron.

Génesis 34:25-26

LA VENGANZA QUE AVERGUENZA

La venganza es como el efecto de las drogas sicoactivas. Traen placer a corto plazo, pero problemas a largo plazo. Los hijos de Jacob, Simeón y Leví, mostraron que estaban débiles espiritualmente porque hicieron un plan para vengar la violación de su hermana Dina por Siquem, hijo de Hamor. Estaban tan débiles, espiritualmente, que tomaron la bendición de la circuncisión como una trampa para debilitar a los heveos y así cobrar su venganza. Alimentar la venganza, como lo hicieron estos dos hermanos, es el cumplimiento de lo dicho en Santiago 1:14-15: «sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.» Esta historia bíblica también nos señala nuestro pecado en contra del Quinto Mandamiento, porque en oportunidades, hemos querido y deseado vengarnos de nuestros enemigos.
Jesús nunca acudió a la venganza. Siempre amó, aun a sus enemigos, porque aun sabiendo que le querían asesinar, Él, por amor a nosotros, no permitió que sus discípulos cobraran venganza el día que fue aprendido injustamente por los lideres religiosos y su banda de seguidores. La Biblia nos dice «Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?» (Juan 18:10-11). Jesús cumplió perfectamente el quinto mandamiento como nuestro sustituto y la copa de la cual habla en este versículo era su sufrimiento y muerte que sufrió para pagar el castigo por nuestro pecado.
Jesús resucitó venciendo el pecado, y ahora el Espíritu Santo nos del deseo, por gratitud a Dios, de orar por nuestros enemigos, ayudar cuando ellos lo necesiten, y predicarles la Palabra de Dios cuando sea posible. El Espíritu Santo nos conceda esto a cada uno de nosotros. Amén.

Oración:

Señor de Paz, permite que nosotros, en momentos de tentación de la venganza, solamente oremos por nosotros y nuestros enemigos, buscando devolverles el bien por el mal que nos hacen para que tu paz llegue a todos los corazones, en el nombre de Jesús. Amén.

¿Usted quiere aprender más de la Biblia? Estudie con nosotros! Haga un clic aquí.