NUEVOS CIELOS Y NUEVA TIERRA | lunes 11 de noviembre 2024

Nunca más habrá en ella niños que vivan pocos días, ni ancianos que no completen sus años. El que muera a los cien años será considerado joven; pero el que no llegue a esa edad será considerado maldito.

Isaías 65:20

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 49:23–39, Hebreos 7:7–15)

NUEVOS CIELOS Y NUEVA TIERRA

Ver serie: Meditaciones

No falta quien quiere ver en este versículo una promesa de un reino terrenal de Cristo. Pero la Biblia no enseña que el reino de Cristo será terrenal. Cristo mismo reconoció: «Mi reino no es de este mundo» (Juan 18:36; 1 Timoteo 6:13) Entonces, ¿A qué se refiere?

Por el contexto (v. 17), vemos que Isaías habla, de la eternidad con Dios: «Presten atención, que estoy por crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No volverán a mencionarse las cosas pasadas, ni se traerán a la memoria.»; pero también de la iglesia del Nuevo Testamento: «Estoy por crear una Jerusalén feliz, un pueblo lleno de alegría.» (v. 18b). Para ilustrar el gozo de la nueva Jerusalén, el Señor usa descripciones conocidas por la gente de aquél tiempo: al decir «plantarán viñas y comerán de su fruto» describe el gozo y satisfacción de la labor cumplida con éxito. No se refiere a que el pueblo de Dios será una nación agraria dedicada al cuidado de viñedos «porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.» (Romanos 14:17).

Las palabras del texto de hoy describen el cuidado y protección de Dios para la iglesia del Nuevo Testamento militante aquí en la tierra. Sin embargo, eso no significa que todos los creyentes serán longevos pues Él, en su sabiduría, permite haya creyentes fieles que mueren jóvenes e incluso niños. Tal como el mismo Isaías escribió: «El justo perece, y a nadie le importa; mueren tus siervos fieles, y nadie comprende que mueren los justos a causa del mal.» (57:1). Pero añade: «Los que van por el camino recto mueren en paz; hallan reposo en su lecho de muerte.» (57:2). No olvidemos pues que «Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles.» (Salmo 116:15) y que «sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (Romanos 8.28). No merecemos la salvación ni el cuidado amoroso de Dios pues nacimos pecadores y pecamos cada día. Pero Cristo vino para rescatarnos de la condenación merecida al ser nuestro doble sustituto. Él obedeció la voluntad de Dios perfectamente en lugar de nosotros y sufrió nuestro castigo. En gratitud vamos a querer apreciar las bendiciones divinas.

Oración:

Señor, por los méritos de tu Hijo Jesucristo, soy parte de tu pueblo elegido. En gratitud quiero apreciar todo lo que tienes en tus manos para mí. Te suplico que por tus medios de gracia me afirmes en la verdadera fe para la vida eterna. Amén.

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