Palabra de Dios vs Teléfono Celular | miércoles 15 de enero 2025

(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 36:17–38, 2 Pedro 2:1–8)

Dios se preocupa (incluso ahora)

Ver serie: Meditaciones

¿Sabes cuántas veces al día ocupa el teléfono móvil una persona promedio para consultar mensajes, puntuaciones y otros juegos adictivos con la palabra Candy en ellos? 110 veces. Compara eso con el número de veces que una persona toma su Biblia diariamente (Inserte aquí una buena y anticuada culpa cristiana). Yo soy tan culpable como tú, pero vamos a trabajar en este proceso de pensamiento juntos. El teléfono celular es obsoleto ya desde el momento en que lo compras. La Palabra de Dios es atemporal. El teléfono celular causa pensamientos ansiosos. (¿Por qué esa persona no me ha respondido aún?). La Palabra de Dios nos da respuestas según su tiempo y sabiduría. El teléfono celular: la batería se agota a menos que esté carga. La Palabra de Dios no nos agota, sino que nos recarga.

¿Aún no estás convencido? Como adicto a los teléfonos inteligentes, he descubierto que mi nivel de estrés aumenta cuanto más los uso. Por otro lado, un salmo o pasaje de Romanos calman mi ansioso corazón. Si dejo el teléfono, se convierte en un adorno demasiado caro. En la Palabra, se me dice que soy perdonado y un hijo precioso de Dios. Soy más que una decoración. El celular cuesta dinero. La Palabra habla del costo del Hijo de Dios para hacerme inestimable a sus ojos. Por último, pero no menos importante, algunos teléfonos tienen la función de saber dónde estás en todo momento, ¿reconfortante o aterrador? Los ojos de Dios te observan y te conocen desde la concepción, ¿reconfortantes o aterradores? “yo, el Señor, te guiaré siempre»” (Isaías 58:11).

Oración:

Omnipotente Señor, tus palabras son para mí más dulces que la miel. Me consuelan, me dan paz, me hablan de tu amor. Sin embargo mi carne caída y la vanidad del mundo distraen mi atención de tus sanas palabras. Te suplico perdones mi pecado por los méritos de tu Hijo y su santa obediencia activa y pasiva que me libran de la condenación eterna. Concédeme apreciar tu Palabra, la prédica y la enseñanza que de ella se imparte en la iglesia, y que no sólo sea yo un oidor de tu Palabra sino también un hacedor de ella en gratitud a tu incondicional amor, por Jesucristo tu Hijo. Amén.

¿Usted quiere aprender más de la Biblia? Estudie con nosotros! Haga un clic aquí.