CREEMOS EN LA SANTA IGLESIA CRISTIANA | lunes 14 de octubre 2024

Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección

Hebreos 12: 22–23

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 25:15–38, 2 Timoteo 4:4–8)

CREEMOS EN LA SANTA IGLESIA CRISTIANA

Ver serie: Meditaciones

Cuando Jesucristo se encarnó como ser humano dijo que él edificaría su iglesia. Hoy, por todo el planeta existen muchas iglesias que afirman ser la iglesia fundada por Jesucristo ¿Cuál de todas es la iglesia fundada y edificada por Cristo?

Para comprender un poco mejor lo que la Biblia enseña acerca de la iglesia es bueno ver el texto de la meditación de hoy en otra traducción: «Ustedes, en cambio, se han acercado al Monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos» (Nueva Biblia de los Hispanos. 2005). Es fácil notar que, en primer lugar, la iglesia es un pueblo conformado por los que ya están en el cielo y por los que todavía estamos en la tierra. En ese sentido la iglesia cristiana es invisible. Puesto que está conformada por todos los verdaderos creyentes de todos los lugares y de todos los tiempos no podemos verla, solamente creerla porque la Biblia lo enseña. Esta iglesia invisible es la que Cristo fundó y edificó. Sin embargo, aquí en la tierra esta iglesia tiene un aspecto visible ¿Cómo así?

Cuando Jesucristo dijo: «donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» (Mateo 18:20), él estaba hablando acerca del uso de las llaves que encomendó a la iglesia. Ese uso se realiza aquí en la tierra en la iglesia visible que existe «donde dos o tres se reúnen» en su nombre. Para identificar dónde hay una reunión que manifiesta la existencia de la iglesia visible basta observar si tiene las señales que identifican la iglesia: La correcta administración de los sacramentos y la predicación pura del evangelio (es decir sin confundirla con la ley moral). En gratitud a la salvación vamos a querer unirnos a la iglesia que tenga esas señales.

Oración:

Señor, confieso que existe en la tierra un santo grupo reducido y una santa comunidad que se compone de puros santos, bajo una cabeza única que es Cristo, convocada por el Espíritu Santo, en una misma fe, estando unánimes en el amor, sin sectas, ni divisiones. Yo soy también parte y miembro de esta comunidad y participante de todos los bienes que tiene, llevado a ello por el Espíritu Santo e incorporado por el hecho de que escuché y continúo escuchando la palabra de Dios, la cual es el comienzo para ingresar en ella. Amén.

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CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO | domingo 13 de octubre 2024

 

—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres sino a Dios!

Hechos 5:3–4

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 24:1–25:14, 2 Timoteo 4:1–3)

CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO

Ver serie: Meditaciones

No todos aceptan que el Espíritu Santo sea la tercera persona de la Trinidad. Inclusive niegan que sea una persona y enseñan que se trata de una energía únicamente. ¿Por qué creemos que el Espíritu Santo es una persona y que es Dios? ¿Qué es lo que realmente enseña la Biblia?

Los cristianos enseñamos lo que Cristo y la Biblia enseñaron porque la Biblia es nuestra única autoridad en doctrina y práctica. La Biblia enseña que el Espíritu Santo es una persona cuando le atribuye características personales. Jesucristo habló del Espíritu Santo y cuando lo hizo le atribuyó características de persona. El Espíritu Santo habla, siente, enseña, es contristado, guía y, sobre todo, es posible tener comunión con él (Juan 14:26; 16:13,14; Efesios 4:30; 2 Corintios 13:12). En el texto de la meditación de hoy el apóstol Pedro deja claro que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. El Espíritu Santo trabajó junto con el Padre en la creación y junto con el Hijo en la Redención. Sin embargo, la principal obra del Espíritu Santo es la santificación del creyente que ya ha sido salvado por medio de la fe. Aun así el Espíritu Santo es el que obró en el corazón del hombre incrédulo para impartirle la fe mediante el evangelio. Cristo pagó nuestra redención, pero sin el Espíritu Santo no podríamos beneficiarnos de la salvación. En gratitud vamos a querer honrar y adorar al Espíritu Santo como la tercera persona de la Santísima Trinidad.

Oración:

Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Esto es ciertamente la verdad. Amén.

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CREEMOS EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO, NUESTRO SEÑOR | sábado 12 de octubre 2024

Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Filipenses 2:9–11

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 23:9–40, 2 Timoteo 3:8–17)

CREEMOS EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO, NUESTRO SEÑOR

Ver serie: Meditaciones

En cuanto a lo que confesamos y creemos como cristianos no siempre vamos a poder dar una explicación lógica, pues las verdades espirituales son muy superiores al entendimiento humano. Tal como está escrito: «El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.» (1 Corintios 2:14 RV60)

La Biblia enseña que Dios, el Hijo, asumió naturaleza humana cuando fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María. El santo ser concebido en el vientre de María es Dios hecho carne. Cuando nació lo hizo como todo ser humano y sin embargo era Dios. No obstante, voluntariamente limitó sus atributos divinos de tal modo que pudo vivir como cualquier otro ser humano. Después de su muerte y resurrección Cristo afirmó: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.» (Mateo 28:19) Con esas palabras nos dice que su naturaleza humana ahora es todopoderosa. Cristo siempre fue todopoderoso en su naturaleza divina. Pero ahora ha comunicado sus atributos divinos a su naturaleza humana. Por eso en la segunda venida «todo ojo le verá», no porque se lo vea mediante la internet o por transmisión mundial televisiva, sino porque su cuerpo resucitado puede estar en todo lado al mismo tiempo: «El que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.» «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo.» (Efesios 4:10; Colosenses 2:9). El Cristo de la Biblia es Dios hecho hombre que vivió y murió por nuestra salvación. En gratitud vamos a querer creerlo y confesarlo.

Oración:

Señor, confieso que Jesucristo, verdadero Dios, engendrado del Padre en la eternidad, y también verdadero hombre, nacido de la virgen María, es mi Señor. Que me ha redimido a mí, criatura perdida y condenada, me ha rescatado y librado de todos los pecados, de la muerte y del poder del diablo, no con oro ni con plata, sino con su santa y preciosa sangre y con su inocente pasión y muerte. Y todo esto lo hizo para que yo sea suyo y viva bajo él en su reino y le sirva en justicia, inocencia y bienaventuranza eternas, así como él, resucitado de entre los muertos, vive y reina eternamente. Esto es ciertamente la verdad. Amén.

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CREEMOS EN DIOS PADRE TODOPODEROSO | viernes 11 de octubre 2024

Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos.

Corintios 8:6

 

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 23:1–8, 2 Timoteo 3:1–7)
CREEMOS EN DIOS PADRE TODOPODEROSO

Ver serie: Meditaciones

Si una persona dice «Creo en Dios» está haciendo una confesión de fe. Sin embargo, eso no necesariamente significa que crea en el verdadero Dios ¿Cómo así?

Puesto que la confesión de fe del cristiano solo puede tener origen y base en la Biblia es importante saber que no todo el que afirma creer en Dios realmente cree en el Dios de la Biblia. La religión del Islam afirma creer en el Dios de Abraham y sin embargo afirman que «Dios no tuvo hijo». La Biblia llama a Dios Padre precisamente porque el Padre tiene un Hijo único: Jesucristo; y ese Hijo es la segunda persona de la Trinidad: Dios, el Hijo (Proverbios 30:5; Juan 1:1-3).

Cerca del año 150 d.C. un hereje llamado Marción comenzó a enseñar que Dios Padre, quien envió a Jesucristo, no era el Creador del cielo y de la tierra. Mucha gente siguió esta falsa enseñanza. Marción pensaba que un ser malvado creó el cielo y la tierra, es decir, la materia y que este ser fue el dios del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento. También enseñó que Cristo no vino en carne pues la carne era parte de la materia creada por ese ser malvado. Marción rechazó todo el Antiguo Testamento y también el Nuevo Testamento, excepto Lucas y diez cartas de Pablo. Sus seguidores quisieron hacerse pasar por cristianos, pero no pudieron pues no podían confesar su fe diciendo: «Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador de los cielos y de la tierra».

Oración:

Señor confieso que Dios me ha creado a mí y todo lo que existe; que me ha dado cuerpo y alma, ojos, oídos y todos los miembros, razón y todos los sentidos. Y creo que Dios aún me sostiene dándome abundantemente y a diario vestido y calzado, comida y bebida, casa y hogar, consorte e hijos, tierra, animales y todo lo que poseo, y todo lo necesario para sostener mi cuerpo y mi vida. Dios también me protege contra todo peligro y me guarda y preserva de todo mal. Y todo esto lo hace porque es mi bondadoso y misericordioso Padre celestial, y no porque yo lo haya ganado ni merecido. Por todo esto quiero darle gracias y alabarlo, servirlo y obedecerlo. Esto es ciertamente la verdad. Amén.

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LA CONFESIÓN DE FE Y EL CRISTIANO | jueves 10 de octubre 2024

Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos.

Hebreos 4:14

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 22, 2 Timoteo 2:19–26)

LA CONFESIÓN DE FE Y EL CRISTIANO

Ver serie: Meditaciones

La Biblia no deja ningún lugar a dudas respecto a que la salvación de la condenación eterna es por la fe. Nuestras obras no tienen ningún papel en cuanto a alcanzar la salvación. El apóstol Pablo escribió: «Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.» (Efesios 2:8-9). ¿Significa eso que en la vida del cristiano no hay lugar para las buenas obras? ¡No! En el versículo siguiente Pablo lo deja claro: «Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.» (Efesios 2:10)

Las buenas obras del creyente no nacen del miedo al castigo o del deseo de aplacar la ira de Dios. Un cristiano que sabe que la salvación es absolutamente gratuita, entiende que no puede añadir nada a lo que Cristo hizo. Pero quiere hacer buenas obras en gratitud a Dios por la salvación. Las buenas obras del creyente le nacen del corazón. Una de las primeras reacciones del corazón cristiano a la salvación es la confesión de fe. La mujer samaritana no tardó en ir a contar a sus paisanos acerca de Cristo. Como está escrito: «de lo que abunda en el corazón habla la boca.» (Lucas 6:45).

La fe vive y actúa en la vida cristiana, mueve constantemente a los cristianos a hacer buenas obras. Jesús no les dijo a los discípulos: «Deben ser mis testigos», sino les dijo: «serán mis testigos». Cuando el sanedrín les dijo a los apóstoles que no predicaran el nombre de Jesús, ellos respondieron: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hechos 1:8; 4:20). «Escrito está: «Creí, y por eso hablé.» Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos.» (2 Corintios 4:13). Así como una de las primeras palabras de un bebe es papá o mamá, un cristiano desde sus primeros pasos dice «Creo» ¿Qué es lo que cree? En gratitud por la redención creemos la sana doctrina, la confesamos y la profesamos.

Oración:

Señor, hay mucho que quiero conocer. Pero lo más importante ya me fue revelado gracias a tu amor y misericordia: Que somos salvos únicamente por los méritos de tu Hijo y no por los nuestros. Concédeme, Señor, el querer mantener mi mirada en ti y en tu obra redentora, de manera que la gratitud que me mueva a compartir el evangelio a los que no te conocen. Amén.

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PECADOS INVISIBLES | miércoles 9 de octubre 2024

No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca

Éxodo 20:17

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 21, 2 Timoteo 2:14–18)

PECADOS INVISIBLES

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El apóstol Pablo dijo que él era, «en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable» (Filipenses 3:6) Sin embargo, también dijo que él fue «el peor de los pecadores» (1 Timoteo 1:15) ¿Cómo puede afirmar ser intachable si fue el peor de los pecadores?

El apóstol Pablo no está equivocado ni se contradice con sus afirmaciones. Respecto a la ley moral, nadie podía acusarle de ningún pecado pues era estricto consigo mismo. Sin embargo, afirma ser el peor pecador precisamente por eso. Aunque nadie le había visto pecar, él sabía que era culpable de pecados invisibles. Parecía ser puro y sin pecado, pero no lo era. Los pecados de Pablo eran de pensamiento y de sentimiento: «nunca habría sabido yo lo que es codiciar si la ley no hubiera dicho: «No codicies.» Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia.» (Romanos 7:7-8) La codicia no puede ser vista desde fuera y sin embargo es igual de perversa que cualquier otro pecado. La parte final del Decálogo prohíbe toda clase de codicia. Jesucristo dejó claro que codiciar la mujer del prójimo es adulterio. Codicia es el anhelo por aquello que no debemos anhelar. Los deseos impuros son codicia. Por el pecado de codiciar merecemos toda la ira de Dios. Somos perdonados únicamente por los méritos de Jesucristo. En gratitud vamos a querer guardarnos de toda codicia y concentrar nuestra mente y corazón en todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. (Filipenses 4:8)

Oración:

Señor, aunque no lo merezco, con tu justa vida me salvaste gratuitamente. Te suplico que mi vida entera esté consagrada a ti, Señor; que a mis manos pueda guiar el impulso de tu amor. Que mis pies tan sólo en pos de lo santo puedan ir: y que a ti, señor, mi voz se complazca en bendecir. Que mis labios al hablar, hablen sólo de tu amor. Que mis bienes dedicar yo los quiera a ti, señor. Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor. que mi mente y su poder sean usados en tu honor toma, ¡oh Dios!, mi voluntad, y hazla tuya nada más; toma, sí, mi corazón y tu trono en él tendrás. Amén. (CC255)

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LA LEY Y LA REPUTACIÓN DEL PRÓJIMO | martes 8 de octubre 2024

No des falso testimonio en contra de tu prójimo.

Éxodo 20:16

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 20, 2 Timoteo 2:1–13)

LA LEY Y LA REPUTACIÓN DEL PRÓJIMO

 

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En nuestro mundo actual, el nombre parece no revestir mucha importancia. En la Biblia, Dios enseña que el nombre debe ser tratado con respeto. ¿Cómo así?

Dios exige que el nombre del prójimo no sea deshonrado, pues: «De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas» (Proverbios 22:1 RV60). Por eso, con este mandamiento, Dios prohíbe que digamos algo que le pueda dar a otra persona un mal nombre.

Dios prohíbe que calumniemos a nuestro prójimo acusándole con mentiras. Pero también quiere que protejamos su buen nombre incluso si nuestro prójimo ha obrado mal: «Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.» (Mateo 18:15). La instrucción de hablar a solas es para proteger la reputación del pecador dándole la oportunidad de arrepentimiento y de corregir la falta. Es solo cuando el pecador persiste en su falta de arrepentimiento (impenitencia) cuando el problema es llevado a los líderes de la iglesia para que obren conforme manda Cristo, no para denigrarlo, sino para hacer un último esfuerzo en ayudarle a ver la gravedad de su pecado.

Hemos pecado contra este mandamiento cada vez que dejamos que alguien hable mal de nuestro prójimo contando chismes y rumores maliciosos. Es un pecado por el que somos merecedores de toda la ira de Dios. Cristo protegió el buen nombre de sus prójimos y los defendió hablando bien de ellos (Mateo 12:1-7; Mateo 26:6-13) Lo hizo en lugar nuestro, al igual que en la cruz sufrió la ira de Dios que nosotros merecemos padecer por este pecado. En gratitud por sus méritos y su amor misericordioso, vamos a querer temer y amar a Dios, de modo que no mintamos contra nuestro prójimo, ni lo traicionemos, ni lo difamemos; sino que lo defendamos, hablemos bien de él y tomemos sus palabras y sus hechos en el mejor sentido.

Oración:

Señor, concédenos temerte y amarte de tal modo que nuestros labios no dañen la buena reputación de nuestro prójimo. Abre nuestros ojos de tal manera que podamos tomar las palabras y hechos de nuestro prójimo en el mejor sentido posible. Danos el valor necesario para defenderlo cuando alguien quiera manchar su reputación. Amén.

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LA LEY MORAL Y EL PRÓJIMO | lunes 7 de octubre 2024

No asesinarás. No adulterarás. No hurtarás.

Éxodo 20:13–15, La Biblia Textual

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 18:18–19:15, 2 Timoteo 1:10–18)

LA LEY MORAL Y EL PRÓJIMO

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«No tengo nada de qué arrepentirme, nunca he matado a nadie» afirma el hombre soberbio. Por esta razón Jesucristo mostró el espíritu de este y de otros mandamientos que tienen que ver con aquello que hace daño al prójimo. El texto que hoy meditamos considera el daño que se comente contra el prójimo: en su vida, en su familia y en su propiedad privada.

Jesucristo después de citar el mandamiento «No asesinarás», dijo: «Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano […] cualquiera que insulte a su hermano […] cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al juicio del infierno. (Mt 5.22). El mandamiento «No asesinarás» condena la ira contra el prójimo. El odio, la ira, los gritos, el acoso, le causan estrés al prójimo. Por eso atentan contra su vida y la acortan. El adulterio destruye el hogar del prójimo y el robo va en detrimento de su economía. Dios quiere que ayudemos a cuidar la vida, el hogar y la propiedad de nuestro prójimo. Fallar nos hace merecedores del infierno. Con sus méritos, Cristo nos salvó de la condenación que merecemos. En gratitud vamos a querer temer y amar a Dios, de modo que no causemos daño a nuestro prójimo en su cuerpo, en su vida, ni en su familia; sino que le ayudemos a conservar y mejorar su salud, su hogar, sus bienes y medios de vida.

Oración:

Aunque merecemos tu justa ira y tu castigo, te pedimos, ¡oh, Padre de misericordia!, que perdones nuestro pecado y nuestras muchas rebeliones. Defiéndenos de todo mal y peligro, en nuestro cuerpo y en nuestra alma. Líbranos de la guerra y derramamiento de sangre, de los crímenes, de las tempestades y las sequías, de los incendios, de las epidemias, de la angustia del corazón y del desesperar de tu misericordia. Otorga, consuelo y alivio a los que padecen aflicción, necesidad, enfermedad, a los que están en peligro de muerte, a todos los que sufren de un modo u otro. Bendice asimismo los frutos de la tierra para que a su tiempo podamos gozar de ellos. Da prosperidad a todos cuantos se ocupan en algo útil en tierra, aire o mar, a los que se consagran a las bellas artes o a la enseñanza, y cólmalos de tus bendiciones. Amén.

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LA LEY MORAL Y LAS AUTORIDADES | domingo 6 de octubre 2024

 

Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.

Éxodo 20:12

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 17:19–18:17, 2 Timoteo 1:3–9)

LA LEY MORAL Y LAS AUTORIDADES

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«La educación comienza en casa» afirma un antiguo refrán, y es verdad. En el antiguo Israel un niño menor de cinco años tenía como primer maestro a su propia madre. Ella lo cuidaba y le enseñaba lo principal: el idioma, la conducta, el aseo, etc. Incluso a leer y escribir. Desde los cinco en adelante el padre lo educaba en la moral, el civismo, la fe y un oficio hasta que cumplía doce años. Desde entonces pasaba a ser regido por las autoridades civiles. No es extraño, por tanto, que Dios mande honrar a los progenitores.

Sin embargo, este mandamiento no se dirige a exigir honra para los padres como familiares. Por el contrario, se refiere a honrarlos como autoridades. Por esto este mandamiento trata de la honra a la autoridad en general. Dios es el creador de las tres instituciones históricas de la humanidad: la familia, el estado y la iglesia. Cada una tiene su razón de ser específica y sus autoridades. Dios nos manda honrar a los padres, en la familia; a las autoridades eclesiásticas en la iglesia; y a los gobernantes de nuestro país (Efesios 6:1,2; Hebreos 13:7,17; 1 Pedro 2:13,14). Debemos honrarlos prestándoles la debida obediencia mientras no nos manden desobedecer a Dios. Él designó tales autoridades como representantes suyos. Mostramos aprecio al Señor cuando contribuimos con nuestros bienes al sostén de tales autoridades. La Biblia dice: «Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo.» (Romanos 13:2). No hemos honrado a las autoridades perfectamente, tal como Dios lo exige (Mateo 5:48) Por eso merecemos toda la ira de Dios. Cristo sí obedeció perfectamente a sus padres (José fue su padre adoptivo, Lucas 2:51 cf. 3:23) y proveyó cuidado para la vejez de su madre (Juan 19:26,27). También honró a la autoridad civil y religiosa (Mateo 22:19-21; Mateo 26:63; 1 Pedro 2:22.) Lo hizo como nuestro sustituto y derramó su sangre en la cruz para pagar nuestro pecado. En gratitud, vamos a querer temer y amar a Dios, de modo que no despreciemos ni desobedezcamos a nuestros padres y superiores, sino que los honremos, sirvamos y obedezcamos, amándolos y estimándoles en gran manera.

Oración:

Señor, Haz, Señor, que la luz de tu Palabra brille siempre en nuestros hogares. Guarda a nuestros niños en la verdadera fe y concede a todos los padres que puedan criarlos en tu fe y en la obediencia a tu voluntad. Concede tu bendición a todos los que están constituidos en autoridad, y dales de tu gracia para que gobiernen según tu beneplácito, defendiendo la justicia y estorbando y castigando la maldad, a fin de que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad, e integridad. Amén.

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LA LEY MORAL EN LA RELACIÓN CON DIOS | sábado 5 de octubre 2024

No tengas otros dioses además de mí. […] No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera. Acuérdate del sábado, para consagrarlo.

Éxodo 20:3,7–8

(Lectura de la Biblia en tres años: Jeremías 17:1–18, 2 Timoteo 1:1–2)

LA LEY MORAL EN LA RELACIÓN CON DIOS

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Jesús enseñó: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente» (Mateo 22:37) Así resumió los primeros mandamientos del Decálogo que tratan de la relación de amor del hombre hacia Dios.

El primer mandamiento del decálogo prohíbe tener otros dioses junto con el Dios verdadero. Los israelitas de la antigüedad adoraron a Jehová como un Dios principal y a la vez adoraron a Baal, Astarté y otros ídolos cananeos al mismo tiempo. Dar gloria o adorar imágenes, esculturas, amuletos, ídolos es idolatría abierta. Para cuando Cristo vino ya habían olvidado a esos ídolos. Sin embargo, Jesucristo explicó que el judaísmo todavía era idólatra, aunque no tengan ídolos de escultura. Hay otra idolatría más peligrosa aún: la idolatría secreta que consiste en confiar en cualquier cosa más que en Dios. Unos confiaban más en la riqueza (Lucas 16:13; Salmo 62:10); otros confiaban más en sí mismos y sus buenas obras para agradar a Dios que en el Salvador que Dios había enviado (Lucas 18:9-14 cf. Jeremías 17:5). Los líderes del judaísmo confiados enseñaron falsa doctrina como si fuera de Dios y así usaron mal el nombre de Dios.

Hoy sucede lo mismo con nosotros los cristianos. Cuando faltamos a la reunión por estar trabajando para ganar dinero mostramos que confiamos más en el dinero que en Dios, o cuando confiamos que llegaremos al cielo porque no somos tan malos como los incrédulos; o cuando decidimos no obedecer la Palabra mostramos que confiamos más en nuestro criterio que en Dios y nos hacemos a nosotros mismos un dios. Por ese pecado somos merecedores de toda la ira de Dios. Cristo vino para salvarnos siendo nuestro sustituto: él amó perfectamente a Dios sobre todas las cosas. Tanto que cuando su voluntad de vivir resistía la perspectiva de morir en la cruz, él oró: «no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.» (Lucas 22:42) y murió en lugar nuestro. en gratitud vamos a querer amar, temer, y confiar en Dios por sobre todas las cosas, tener el nombre del Señor en tan alto honor que no le demos mal uso y dedicar tiempo para el descanso del alma.

Oración:

Misericordioso Dios: Acepta, te suplicamos, nuestro tributo de adoración, alabanza y acción de gracias. Danos tal comprensión de todas tus misericordias, que nuestros corazones sientan verdadera gratitud hacia Ti, y que glorifiquemos tu santo nombre no solamente con nuestros labios sino también con nuestras vidas consagradas a amarte a ti y al prójimo. Amén.

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