El último corredor | sábado 28 de junio 2025
(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 20:1–17, Mateo 13:34–35)
El último corredor
Ver serie: Meditaciones
Mi hijo corrió en el equipo de cross de su instituto. En su primera competición, vimos algo extraordinario en la línea de meta. Por supuesto, los primeros corredores acabaron con una explosión de vítores. Pero si te quedabas hasta el final, el último corredor también recibía aplausos y gritos de ánimo de los espectadores que se quedaban. Fue algo hermoso.
Jesús contó una vez una historia a sus seguidores para explicar algo sobre el reino de los cielos. En la historia, el dueño de una viña contrata a un grupo de trabajadores al amanecer. Trabajan durante horas bajo un sol abrasador. A medida que avanza la historia, el propietario contrata a un último grupo de trabajadores a las 5 de la tarde, que acaban trabajando sólo una hora.
Cuando llega el momento de pagar a los trabajadores, todos reciben la misma cantidad, independientemente del tiempo que hayan trabajado. Los primeros en ser contratados se quejan amargamente al terrateniente. Este responde: «Ésa es tu paga. Tómala y vete. Si yo quiero darle a este último lo mismo que te doy a ti, ? ¿no tengo el derecho de hacer lo que quiera con lo que es mío? ¿O acaso tienes envidia, porque yo soy bueno?» (Mateo 20:14,15).
Injusto, ¿verdad? Pero Jesús se refería a algo mucho más importante. Habrá tanto regocijo en el cielo por el que confiese a Jesús en su lecho de muerte como por el creyente de toda la vida.
¿Conoces a alguien que necesite oír hablar de Jesús mientras aún hay tiempo? Anima a ese último corredor. Comparte el amor de Dios con esa persona mientras aún respira.
Oración:
Maravilloso Señor, confieso que me fascina lo grandioso, y que simpatizo más fácilmente con los ganadores que con los perdedores. Pero tú no haces acepción de personas y quieres salvar a todos. Concédeme que mi corazón sea como el tuyo de tal manera que ame no solo al que merece ser amado sino también al que necesita ser amado. Que yo sea un instrumento de tu paz y predique incluso al que ya está en sus últimos momentos, por Jesucristo tu Hijo. Amén.