CREEMOS EN DIOS PADRE TODOPODEROSO | viernes 11 de octubre 2024
Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos.
Corintios 8:6
Ver serie: Meditaciones
Si una persona dice «Creo en Dios» está haciendo una confesión de fe. Sin embargo, eso no necesariamente significa que crea en el verdadero Dios ¿Cómo así?
Puesto que la confesión de fe del cristiano solo puede tener origen y base en la Biblia es importante saber que no todo el que afirma creer en Dios realmente cree en el Dios de la Biblia. La religión del Islam afirma creer en el Dios de Abraham y sin embargo afirman que «Dios no tuvo hijo». La Biblia llama a Dios Padre precisamente porque el Padre tiene un Hijo único: Jesucristo; y ese Hijo es la segunda persona de la Trinidad: Dios, el Hijo (Proverbios 30:5; Juan 1:1-3).
Cerca del año 150 d.C. un hereje llamado Marción comenzó a enseñar que Dios Padre, quien envió a Jesucristo, no era el Creador del cielo y de la tierra. Mucha gente siguió esta falsa enseñanza. Marción pensaba que un ser malvado creó el cielo y la tierra, es decir, la materia y que este ser fue el dios del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento. También enseñó que Cristo no vino en carne pues la carne era parte de la materia creada por ese ser malvado. Marción rechazó todo el Antiguo Testamento y también el Nuevo Testamento, excepto Lucas y diez cartas de Pablo. Sus seguidores quisieron hacerse pasar por cristianos, pero no pudieron pues no podían confesar su fe diciendo: «Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador de los cielos y de la tierra».
Oración:
Señor confieso que Dios me ha creado a mí y todo lo que existe; que me ha dado cuerpo y alma, ojos, oídos y todos los miembros, razón y todos los sentidos. Y creo que Dios aún me sostiene dándome abundantemente y a diario vestido y calzado, comida y bebida, casa y hogar, consorte e hijos, tierra, animales y todo lo que poseo, y todo lo necesario para sostener mi cuerpo y mi vida. Dios también me protege contra todo peligro y me guarda y preserva de todo mal. Y todo esto lo hace porque es mi bondadoso y misericordioso Padre celestial, y no porque yo lo haya ganado ni merecido. Por todo esto quiero darle gracias y alabarlo, servirlo y obedecerlo. Esto es ciertamente la verdad. Amén.